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Los celos suelen describirse como una emoción natural, pero en su forma más destructiva, pueden considerarse un tipo de "enfermedad" mental o incluso una adicción. Tanto la persona que experimenta los celos como el objeto de estos sufren enormemente. Contrario a la creencia popular, los celos tienen poco que ver con el amor; algunas personas pueden incluso confundirlos con el amor, creyendo que los celos de su pareja indican que les importa profundamente. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. Los celos se arraigan en la inseguridad, el miedo y el sentido de propiedad sobre otra persona, y estos sentimientos son lo opuesto al amor genuino.
Las personas no son posesiones. Un certificado de matrimonio, votos o promesas de amor eterno no otorgan a nadie la propiedad sobre los pensamientos, sentimientos o acciones de otra persona. Las relaciones deben construirse sobre la confianza, el respeto y la elección mutua, no sobre la creencia de que la otra persona nos pertenece.
Los celos a menudo surgen de inseguridades personales o heridas emocionales del pasado: miedo a la traición, miedo al abandono y un miedo profundo a no ser lo suficientemente bueno. Cuando alguien tiene celos, subconscientemente cree que no es digno de amor y que su vida carece de sentido sin su pareja. Esto conduce a comportamientos controladores y sufrimiento emocional, haciendo que la relación sea tóxica para ambas partes.
Cuando una persona tiene celos, su monólogo interno está impulsado por el miedo: miedo a que su pareja le engañe, miedo al abandono o miedo a la humillación. Se convence de que su pareja es infiel, esconde secretos o se ríe de ella a sus espaldas. Este miedo abrumador la lleva a buscar una constante reafirmación controlando o monitoreando las acciones de su pareja.
La mente de una persona celosa se consume con pensamientos obsesivos de traición, lo que la impulsa a vigilar cada movimiento de su pareja. Necesita saber dónde está, con quién está y qué está haciendo, creando una dinámica tóxica. Por otro lado, la pareja, sintiéndose desconfiada y sofocada, sufre por la falta de libertad en la relación. El fundamento del amor, la confianza, comienza a erosionarse.
Los celos son peligrosos porque, al igual que una enfermedad, se propagan y crecen. Si no se controlan, pueden comenzar con preocupaciones menores y escalar rápidamente a una paranoia total. Una palabra o acción aparentemente inocente de la pareja puede desencadenar sospechas descontroladas. Esto lleva al individuo celoso a comenzar a notar "evidencias" de infidelidad, incluso si no existen. Comienzan a interpretar el comportamiento de su pareja a través de un lente de miedo, lo que genera acusaciones falsas, discusiones y desconfianza.
Con el tiempo, la relación se convierte en un campo de batalla emocional, y los celos actúan como un cáncer que consume la conexión entre dos personas. Crece más fuerte y más irracional, destruyendo tanto la paz mental de la persona celosa como la estabilidad de la relación.
El primer paso para manejar los celos es reconocerlos. La autoconciencia es clave. Si te encuentras constantemente preocupado por las acciones de tu pareja, o si sientes la necesidad de controlar su comportamiento, es importante hacer una pausa y reflexionar sobre por qué te sientes así. Pregúntate:
Estas preguntas pueden ayudarte a identificar la raíz de tus celos. Al comprender de dónde provienen, puedes comenzar a abordarlos de una manera saludable.
Los celos a menudo provienen de una baja autoestima. Las personas que luchan con los celos tienden a poner su autoestima en manos de su pareja, confiando en la validación externa para sentirse seguras. Esta es una forma peligrosa de vivir. En su lugar, concéntrate en construir tu propia autoestima.
Pregúntate: ¿Qué tipo de vida estás viviendo? ¿Tienes pasatiempos, pasiones o intereses que te emocionen? ¿Eres feliz con quién eres, independientemente de tu relación?
Mereces amor y respeto simplemente porque existes, no por algo que logres o porque alguien más te apruebe. Aprende a darte el amor y la atención que deseas. Al centrarte en tu propio crecimiento y felicidad, dependerás menos de tu pareja para obtener validación y te sentirás más seguro en ti mismo.
Una de las lecciones más difíciles de aprender es que no puedes controlar a otra persona. No puedes evitar que alguien se vaya si eso es lo que quiere hacer, y no puedes prevenir la traición vigilando constantemente a tu pareja. En lugar de controlar, intenta confiar.
Pregúntate: ¿Qué pasaría si mi peor miedo se hiciera realidad? ¿Qué pasaría si me engañaran o traicionaran? ¿Cómo me sentiría y qué haría?
Visualizar el peor escenario posible puede ser un ejercicio poderoso para soltar el miedo. Sí, la traición es dolorosa, pero no es fatal. Puedes sobrevivir, y seguirás adelante. Acepta que, aunque el amor conlleva riesgos, también trae alegría.
Deja de lado la necesidad de controlar el resultado de tu relación. Concéntrate en disfrutar el presente, apreciando el tiempo que tienes con tu pareja. Si tu pareja te ama, se quedará porque quiere, no porque la forzaste.
Confía en ti mismo para manejar lo que la vida te depare. Si ocurre una traición, confía en que tomarás la decisión correcta para ti, ya sea dejar la relación, perdonar a tu pareja o trabajar juntos en los problemas. Haz las paces con la idea de que solo puedes controlar tus propias acciones, no las de tu pareja. Escribe tu respuesta imaginada a un escenario peor y usa esto para calmar tus miedos.
En última instancia, una relación sana se basa en el respeto mutuo, la confianza y el amor. Los celos amenazan con socavar estos cimientos. Al soltar tu necesidad de controlar y centrarte en tu autoestima, puedes liberarte del dominio de los celos. Confía en tu pareja y en ti mismo. Permite que tu relación sea una fuente de alegría, no de ansiedad.
Como adultos, tú y tu pareja entraron en la relación por amor y cuidado mutuos. Que ese sea el principio rector. Disfruta del amor que comparten hoy y libera los miedos sobre lo que pueda suceder mañana. Al hacerlo, descubrirás que puedes vivir una vida libre de celos y llena de confianza, respeto y amor.